domingo, 17 de mayo de 2009

Se me ocurrió que si el mundo se está acabando vas a haber muchas cosas que no voy a conocer...

El mundo se nos está acabando y nos está robando el futuro porque el Sol se muere de a poco. Hace rato que prohibieron usar la calefacción porque ya no sirve para nada, con un Sol que se va yendo, y nos dejaron sólo cuatro minutos diarios por familia de agua caliente. Entonces nos quedaron los abrigos. Y no están mal. En general no están mal. El único problema es que son un poco incómodos cuando tenemos que correr a las ratas.Pero no es eso lo que me da rabia. Si la calefacción no sirve, no sirve y punto. Si los abrigos son incómodos, son incómodos. A mi me da rabia, o tristeza, o una mezcla de las dos, haber sido elegida para tantas cosas. El Sol decidió ubicarse en su punto crítico de enfrentamiento cuando yo dejaba de ser niña, la ley sobre las ratas apareció cuando yo tenía quince años y la Piedra me ordenó descubrirla una tarde, cuando hacía mi trabajo de perseguidora. ¿Y yo? ¿No puedo decirle al Sol que sus rayos me importan exactamente lo mismo que que las ratas que acorralo, a las ratas que bien podrían ocupar la ciudad si de mí dependiera y a la Piedra que haga con su calor egoísta de doce metros cuadrados lo que más le guste? ¿ Qué tengo que ver yo con el Universo? ¿Nunca voy a poder decirle que se contraiga todo lo que quiera pero que a mí me deje en paz? Y entonces creo que sí. Que podría decirles las cosas que resolvieron mi presente y mi futuro todo eso. Pero me hace falta tiempo.
Y tiempo es lo que menos tengo.

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